La miel posee múltiples propiedades terapéuticas. Pero, para que el lector tenga un panorama general al respecto, ofrecemos aquí un resumido cuadro acerca de sus principales poderes curativos:
- Debido a sus propiedades antimicrobianas y antisépticas, se la puede utilizar tanto externamente: Ayudando a cicatrizar y a prevenir infecciones en heridas o quemaduras superficiales. Como internamente, colaborando en la curación de casos de gripes, bronquitis, etc.
- Con relación a su uso interno, las enzimas (entre otros componentes) la hacen un producto especialmente digestivo, que ayuda en caso de problemas hepáticos, estomacales, etc.
También te puede interesar: La miel y la salud; Usos médicos
- Asimismo, posee propiedades analgésicas, con lo cual se vuelve un alivio en caso de artritis o colabora en la cura de heridas y quemaduras no solo previniendo infecciones, sino también mitigando el dolor.
- Su uso como calmante nervioso es conocido desde la antigüedad, siendo el vaso de leche tibia con miel uno de los reaseguros más confiables para una noche de sueño profundo.
- Su poder astringente e hidroabsorbente, la convierte en un aliado en la lucha contra la incontinencia urinaria.
También te puede interesar: 8 Propiedades de la miel
Sin embargo, es necesario en este punto hacer una advertencia fundamental que nunca debe dejar de ser tenida en cuenta: la miel puede ser extremadamente peligrosa para los bebés.
Ello se debe a que, al mezclarse con los jugos digestivos no ácidos del pequeño, se crea un ambiente ideal para que prosperen las neurotoxinas que producen el botulismo, grave enfermedad que puede llegar a ser mortal.
El sistema digestivo de los adultos, debido a la acidez de sus jugos, destruye a este agente, pero el de los pequeños no está preparado para hacerlo y, por esa razón, se aconseja no utilizar miel en la alimentación de los niños menores de 18 meses.