La miel es una de las sustancias más fáciles de almacenar. Basta con guardarla en un contenedor herméticamente cerrado en un lugar fresco y fuera de la luz del sol.
Usa la botella inicial en la que cae la miel. Se recomienda un tarro de cristal o contenedor plástico de alimentos cualquiera.
No almacenes miel en metales para que no se oxide
La miel también puede congelarse, aunque no es necesario hacerlo. Asimismo, hay que evitar el calor y la humedad. Lo peor que se puede hacer con la miel es abrir el envase a alta temperatura y dejar que la humedad entre en él.
Lo apropiado es la temperatura ambiente. Si tu casa a menudo se calienta demasiado, busca un lugar fresco en la despensa para guarda tu miel. Además, mantenla alejada de la luz del sol, la calefacción y cualquier elemento que produzca calor.
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Para impedir que la humedad entre en la miel, hay que sellar herméticamente el envase y sacarla con una cuchara seca. Una pequeña cantidad de agua puede iniciar la fermentación, que es lo que produce hidromiel. Para su uso en concina no es lo ideal y puede rebajar el valor de tu miel.